«Biblioteca Carlos Gómez – Recibiendo cartas». PRIMERAS NOTICIAS. Núm. 82 (febrero-marzo 1988)

 

Saludos amigos! Ahora ya puedo decirlo sin temor a equivocarme.

Muchos de vosotros habéis empezado a demostrarme vuestra amistad y me habéis hecho llegar vuestras cartas, con recomendaciones de lectura, consejos, opiniones… cartas y más cartas que, como un gran alud de nieve, casi me han enterrado. Cartas y más cartas, ¡Tantas! Pero será mejor empezar a explicároslo por el principio.

 

Cuando llegaron las primeras, las que comenté en el anterior artículo, las que me salvaron por los pelos y me dieron el aliento que me faltaba para seguir intentando hacer mis artículos (no olvidéis que soy un periodista a prueba, tenedlo siempre presente, por favor) me guardé para mi próxima colaboración unas cartas que me recomendaban el mismo libro. ¿Que por qué escogí éstas? Creo que es evidente. Me las dirigen dos muchachos desde una biblioteca infantil y todos vosotros conocéis de sobras mi debilidad por las bibliotecas infantiles y juveniles. ¡Son la reoca! Capaces de despertar al más dormido de los lectores, y que conste que lo digo por experiencia propia, no por apasionamiento de lector «exbibliotecofóbico» ¿Habéis entendido la palabreja?

Estupendo, vosotros sí que sois unos SUPER LECTORES.

 

Continúo pues, ahí va primeramente la recomendación de lectura:

 

Jose Antonio Diez dice:  Intercambio con un inglés  es un libro de humor que en vez de salir de protagonista una persona adulta sale como artista principal un niño y esto hace que la gracia del libro sea mayor. Además en este libro pasan cosas divertidas que nunca le hubieran pasado a un niño normal».

Pablo Fernandez, a su vez, explica: «Pasan cosas sorprendentes y muy graciosas que no esperas de un libro. Es muy completo y divertido porque también hay momentos de tristeza».

¡Qué poco voy a poder añadir yo! Solamente que el libro trata de las reflexiones que Ewald escribe en su diario sobre la llegada y la convivencia posterior con Jasper, un chico inglés con el que hará intercambio.

 

Bien, sigamos con la estricta explicación de los hechos.

 

Hace pocos días me llamó Jordi:

-Carlos, déjate caer por aquí lo más pronto que puedas. Es urgente.

Llegué un poco encogido, desde la llamada del día anterior, no había parado de hacer cábalas y más cábalas. ¿Qué pasará? ¿Habrán decidido darle la sección a otra persona? ¿Se habrán quejado los lectores de mi? ¿Qué…

Al llegar, Aurora me miró pícaramente:

-Un momento Carlos, ahora los aviso.

Y al cabo de un momento, Jordi que me dice:

-Ven hacia aquí jovencito. El «dire» quiere verte.

¡Glups! no podía tragar ni la saliva. Me dejó solo en el despacho, sentado en la punta de la silla me temblaban las rodillas, cuando de repente, una lluvia de cartas empezó suavemente -no había que estropearlas- a caer sobre mi cabeza y entre risas oí que me decían alegremente:

– Carlos, chico, fíjate que respuesta tienen tus artículos, cómo se nota que entre vosotros la comunicación es inmediata, no esperábamos menos de ti, y…

Continuaba sin poder tragar saliva. ¿Realmente eran para mí? Dos clases de la Escuela Elena Sánchez Tamargo, de Pola de Laviana (Asturias), me habían escrito, alumno por alumno. Eran los de 6º y los de 8º. Empecé a leerlas pero tuve que parar, había casi un centenar, y no eran cortas, no, todas exponían  muchas e interesantes opiniones sobre la lectura, los libros y muchas más cosas. Las recogí con cuidado y me las llevé a mi casa.

Toda la tarde y parte de la siguiente leí y leí con emoción alegría e interés todo el material, y luego, desbordado por todo un cúmulo de sentimientos, descansé. Entonces, empezó a funcionar mi pensamiento:

– Ahora les contestaré, le diré a Joaquin Torre que no me ha tocado la china, que disfruto con mis artículos y ahora mucho más. Y a Laura Corral que no se desanime, que hay que encontrar un huequecito para leer entre los deberes, y a Avelino, a quien no le gusta un pelo leer, que siga cogiendo libros pequeños, que son los mejores para abrir el hambre de lectura y a…

Pero, ¿cómo hacerlo? Casi 100 cartas metidas en un pequeño artículo. Tenía que ponerme en contacto con la revista enseguida, necesitaba más espacio y más tiempo y…

Ellos también leyeron algunas cartas -no os sabrá mal, espero- y decidieron que publicarían íntegras las de las maestras, ya que eran una magnífica muestra de animación a la lectura y con resultados comprobados -si no, mirad cómo leéis, ¡trogloditas de lecturas!. Y yo me encargaría de vosotros, mis amigos de libros y de aventuras lectoras, y así es que… ¡Hola, Hola, Hola hasta casi 100 veces!.

Sois la caraba, me habéis dejado agotado, si Noelia Fernández se queja de mano cansada yo también podré hacerlo. Gracias por vuestras cartas, las necesitaba. Por ellas me he enterado que mi extraña enfermedad no contagiosa -«la bibliotecofobia»- se padece en todas partes. Hay algunos de vosotros que la tienen un poquito: Amparo, Sonia, Fernando, Hugo, Isabel González y Marcos García, y otros dicen «Yo nunca he sabido lo que es», como Lorena, Marcos Prado, Alejandro, Alícia, Damián, Mª José, José Alberto, Isabel Martínez, Andrés y Juan Luís, que muy decididos lo aseguran, aunque creo que los que la hemos padecido un poquito sabemos valorar la suerte que tenemos ahora. ¿No os parece así, Carlos -¡hola tocayo!- Raquel y Rita?.

Me he enterado de que les gusta leer por la noche a Marcos Cuello, Luis Fernández -además de los fines de semana-, Silvia Fernández y Amparo Llorens (ya sé dos cosas tuyas), y que algunos tenéis familias lectoras -¡qué suerte!-, como Rafael González, Rosana (gracias por alegrarte de mi curación), Lorena Suárez, Mº Paz y Alejandro Fernández. A Noelia, en cambio, le pasa lo contrario. No te preocupes, tú puedes muy bien contagiarles tus ganas a todos.

Manuel Valdés está alegre el día que se abre la biblioteca. Sergio Barbón se queja de que no caben todos a la vez. Por favor, Eduardo, no grites como un loco si la biblioteca cierra. A los tres os diría que hicierais acopio de libros los otros días o que fuerais como yo a la biblioteca pública o al Bibliobus, como explica que hace Laura Alonso, Mª Mesalina, es por esta razón que puedo ir a la biblioteca cuando quiero, la mía es pública, sólo tengo que caminar un poco y tengo muchos libros para escoger, como a ti te pasa.

¡Ay las fichas! No nos gusta a nadie hacerlas, a mí tampoco, pero si hay una cosa que hace ilusión es, al cabo de los años, releerlas y comprobar cómo ha sido tu camino como lector y cuáles eran tus lecturas. No te lo tomes a la tremenda Mario Gutiérrez, y tampoco tú, Rubén González, que detallas que las haces hasta de tres hojas. A pesar de ellas, no olvidéis nunca de lo bien que lo habéis pasado leyendo el libro.

¿Y las lecturas? Daniel dice que le gustan los cómics, ¡y a quién no! Y a Roberto Gutiérrez El coyote, y a Avelino Sánchez con muchos dibujos, como a Oscar Montes, y que además tengan la letra gorda. Leer, mirar, interpretar los dibujos que acompañan al texto, todo, forma parte del placer de la lectura, hasta el tacto; los libros bien encuadernados o con relieve, y el olor, también juegan un importante papel. Leed autores clásicos, como hace Germán Suárez, o libros en los que tú eres el protagonista, como Noelia Pérez, y sobretodo haced todos como Víctor Manuel, que no se arrepiente nada de sus lecturas.

¡Qué baño me habéis dado entre todos y qué envidia! Yo, como vosotros sabéis por los artículos que hizo Mercè, soy un casi recién estrenado lector que disfruta con las lecturas. Los de octavo me lo confirmáis: todos, o casi todos, recordáis y destacáis que empezasteis a disfrutar de la lectura en sexto, que vuestra maestra Rosa os ayudó a hacerlo y que así habéis continuado hasta ahora. Muchos de vosotros empezasteis con Mortadelo como primer compañero y ahora leéis con soltura todo tipo de libros, algunos me habláis con entusiasmo de un autor pero luego me recomendáis un libro de autor diferente, me extrañé al leerlo, puede que me pusierais le libro que en este momento estabais leyendo, no sé.

También me comentáis vuestros lugares favoritos para leer, algunos el W.C. -conozco gente que tiene permanentemente instalada en este tan visitado lugar una minibiblioteca, no os riáis, es más normal de lo que se reconoce-. Y las horas de lectura. Claro, ¡cuándo podéis leer! Los fines de semana y las noches, seguro que más de uno se queda con el libro dormido sobre la cara. Si, no me he equivocado, he dicho el libro dormido. Un buen amigo mío dice que cuando pasa esto eres tú el que hace dormir al libro y no al revés, tú le das vida cuando lo lees, por tanto lo duermes cuando tienes sueño. ¿Me seguís?.

¡Ey! que no quiero parecer un súper experto de la lectura, nada más lejos de la realidad, solamente soy alguien que escucha, lee y disfruta haciéndolo, nada más que eso, una cualquiera de entre vosotros, mis amigos y compañeros de libros.

Ante la avalancha de títulos, he pensado que sería mejor recoger únicamente las recomendaciones de lecturas que hacéis los de 8º una a una, con vuestros nombres. ¿Os parece bien? El espacio no da para más. Ahí están, pues. Y hasta pronto.

Recibiendo cartas

Biblioteca de Carlos Gómez por Mercè Escardó i Bas

Primeras Noticias – Nº 82 – Any 1988

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