«Biblioteca por Carlos Gómez – Preparando el aniversario» PRIMERAS NOTICIAS. Núm. 84 (mayo-junio 1988)
¡Hola amigos! Aquí estoy de nuevo.
Pstttt ¡cuánto ruido hace esta vieja máquina de escribir! Intentaré picar más flojo, así está mejor. Estoy casi seguro que nadie me va a oír, sino… regañina segura. A estas horas de la madrugada, si despierto a mi padre me juego el permiso del sábado noche. Me he construido un refugio. Si pudierais verme por una mirilla (claro que verme os sería un tanto difícil), si abrierais la puerta de mi habitación de repente, os encontraríais con una gran montaña de mantas que esconden la lámpara de la habitación, mi máquina de escribir, una silla y, sentada en ella, mi humilde y asustada persona. ¿Que si estoy camuflado? No es eso precisamente, ni tampoco que juegue a un reportero de guerra en pleno bombardeo. Es que no puedo ni debo hacer el más mínimo ruido, y mi señora y vieja pero apreciada máquina hace tanto como un tren de vapor.
Os extrañará que escriba a estas horas, cuando hay tantas en el día en las que puedo hacerlo sin temor a ruidos ni a regañinas, pero es que tengo que entregar el artículo mañana, mejor dicho hoy, no puedo retrasarme más. Jordi está ya bastante furioso y es que estos últimos días no he parado. ¡Ah, no, si no hay nada que se os escape! Claro que podría haberlo escrito durante las vacaciones de Pascua, pero es que no he podido, ¡palabra! No, no son excusas de mal pagador, no, dejadme que os lo explique, veréis…
Pocos días antes de acabar las clases del segundo trimestre fui a la biblioteca, a mi querida y juguetona biblioteca, y allí Margarita me esperaba junto algunos compañeros de libro para hacerme una propuesta, la siguiente:
Carlos, faltan pocos días, menos de dos semanas, para que la biblioteca cumpla su quinto aniversario, cómo pasan los años (suspiro). Y como crecéis y llegáis a ser tan buenos lectores (otro suspiro pero esta vez de satisfacción) he pensado que podríamos hacer un grupo de voluntarios para organizar una fiesta y todas las actividades que hemos. Sabes, creo que este acontecimiento se merece como mínimo toda una semana de jolgorio, entre comillas, de jolgorio bibliotecario, claro. Podríamos invitar a escritorios, ilustradores, editores, libreros, encuadernadores, a todos los que por su trabajo están relacionados directamente con los libros, sin olvidarnos, claro, de todos los amigos que durante estos años han pasado por aquí y nos han abierto el interés hacia unos libros determinados, o que han compartido ilusiones y angustias con nosotros y…
-Margarita, no te desboques. ¿Sabes lo que nos estás proponiendo?.
-Casi sin respirar continuó…
-Y la fiesta será el domingo y…
-¡En domingo! gritamos todos al unísono.
-Claro, el día 10 es domingo y los cumpleaños se han de celebrar el día que toca, ni uno más ni uno menos, sino no son cumpleaños, ¡he dicho!.
Bien, qué remedio, nos tocaba arrimar el hombro, la cabeza, los pies, los brazos y todo lo que hiciera falta, y además no hizo falta que nos contagiara su entusiasmo, todos lo sentíamos, así que…
Dos semanas preparándolo todo, el concurso de redacción (el tema: recordar o inventar un maravilloso episodio en la biblioteca), los premios para los ganadores, el jurado, escoger un padre, una madre de lectores, un amigo del Ayuntamiento, maestros, un bibliotecario de la Central, un lector… convocarlos, reunirlos. ¡Qué complicado nos parecía todo! Pero poco a poco y esfuerzo a esfuerzo fue saliendo y cada día tuvimos un invitado, algún día dos: un encuadernador, Álvaro, que nos reparó y nos dejó como arte de magia el libro mejor que nuevo, una librera, un corrector de una editorial, un grupo de maestros con los que hicimos la hora de los cuentos secretos, es decir en voz baja y grupos, y… como colofón la fiesta! con pastel de cartulina y esta vez también con pastel de verdad -cinco años son cinco años- y la lectura de las redacciones ganadoras. De cuánta imaginación desbordada y de qué memoria tan potente hicieron gala los pequeños y hasta los de mi tamaño. Todos los ganadores las leyeron con voz potente, un apagón de luz nos dejó sin poder usar la instalación de megafonía, después de lo que nos costó instalarla, y lo más importante: estrenamos como cada año una «AUCA» ,bien, una aleluya como decís muchos de vosotros, una serie de palabras rimadas acompañadas de dibujos, sobre las normas de la biblioteca, eso de manos limpias, como buscar libros en los catálogos… Pero esta vez no la hicimos en casa, en la biblioteca quiero decir, nos la dibujó un ilustrador de verdad un profesional, Ricard Recio, y ¡qué diferencia!. El original mide casi dos metros y bien enmarcada ha quedado colocada junto a la puerta de entrada: también la han hecho imprimir en tamaño pequeño y a dos colores, los de la biblioteca: el rosa y el verde. ¡Cómo! ¿No sabíais aún que éstos son los colores de la biblioteca?. Luego, nos la repartieron a todos los lectores y…para acabar apagamos las cinco velas mientras le cantábamos a viva voz, sólo por esta vez, que seas muy feliz, y en el jardín cinco cohetes de los más grandes cantaban como campanas al viento, 1,2,3,4 y 5.
¿Lo entendéis ahora? De escribir, nada de nada, de leer, menos que menos y…
Aquí estoy, pero no temas Noelia Fernandez, que no me olvido de ti, ahí va tu recomendación de lectura:
Mario Lodi nos explica la historia de Cipi, se ha de pronunciar chipi, así nos lo dice el autor. Cipi es un gorrión inquieto, intrépido y valiente que se convierte en el líder del tejado ayudando a todos los demás compañeros a sobrevivir en invierno y a librarse de peligros como el del Señor de la noche.
Bien amigos, es el momento de deciros hasta pronto, mi tienda no se ha derrumbado, mi padre no se ha despertado y tengo la salida del sábado asegurada y el artículo acabado. Todo ha salido bien y espero que continúe así, de todas maneras creo que el mes que viene será mejor empezar a escribirlo antes.
Adelante pues con vuestras recomendaciones. No os hagáis esperar demasiado. Hasta entonces.
BIblioteca de Carlos Gómez – por Mercè Escardó i Bas.
A: Primeras Noticias – Nº 84 (maig-juny 1988)
