«Biblioteca, sí gracias» PRIMERAS NOTICIAS Núm 73 (Enero 1987)

 

Eran las cuatro menos cinco minutos, faltaba poco para que la biblioteca abriera sus puertas, me encontraba otra vez delante del edificio, después de mi anterior experiencia, sin angustia ni temor ya, me dedicaba a mirar los letreros que colgaban de la fachada: la palabra BIBLIOTECA en letras grandes, el horario, la chapa del Ayuntamiento…

 

Dong, dong, dong, dong

El reloj de la plaza dio las cuatro. Las puertas se abrieron y junto con otras personas, que también esperaban como yo, traspasamos el umbral. Entré, más seguro de mi mismo y dispuesto a averiguar más cosas y a intentar encontrar algunos libros que en el instituto me habían recomendado.

Con la mirada recorrí toda la sala y reconocí en seguida la SECCIÓN DE CONSULTA en la que había encontrado toda la información que, hasta el momento, tenía sobre la biblioteca, a continuación venían unos estantes inclinados en los que habían revistas.

SECCIÓN DE REVISTAS, PUBLICACIONES PERIÓDICAS

Estaban ordenadas siguiendo, como no, el alfabeto: Algo, Correo de la UNESCO, J20, Natura, Cavall Fort, Muy Interesante, Sólo Moto…

Cogí una al azar.

Primeras Noticias: Era la primera vez que la tenía entre mis manos. Me dispuse a ojearla, bien acomodado, encendí la lamparita de mi mesa y comencé la lectura. Pasando sus páginas me di cuenta que la revista tenía una parte de artículos de opinión, una sección juvenil y otra dedicada a los maestros y de pronto en la página 79: Descubriendo la biblioteca.

-¡Caramba, esto me va al pelo! casi exclamé en voz alta, parece como si alguien guiara mis pasos, o mis manos mejor dicho, para ayudarme a conseguir lo que deseo saber.

Y empecé la lectura del artículo sin más dilación.

 

Así pasé una hora, leyendo con atención, levantando la cabeza de tanto en tanto e intentando localizar las diferentes secciones que explicaban en el artículo. Me había situado de espaldas a la puerta, a la Sección de Consulta le seguía la Sección de Revistas, luego los libros de materias siguiendo la Clasificación Decimal, al fondo una zona de lectura y a mi derecha los libros de imaginación y el mostrador de la bibliotecaria donde se hace el préstamo de libros. Delante de los cojines de la zona de lectura descubrí unas mesas más pequeñas, delante de ellos unos cajones llenos de libros de cuentos, la Sección Infantil , ahora estaba vacía, en la escuela aún no habían acabado las clases de la tarde. Los CATÁLOGOS estaban situados en el centro de la sala: todo tenía un lugar perfectamente destinado según su función y ahora que había localizado cada uno de ellos e identificado su comedido en el momento de pasar a la práctica.

Saqué de la carpeta la lista de libros obligatorios que me había dado el profe en el instituto y la leí poco a p

  • El Guardián entre el centeno – J.D. Salinger.- Madrid: Alianza, 1982.
  • El misterio de la cripta embrujada – Eduardo Mendoza, Barcelona: Seix Barral, 1985.
  • El hombre invisible – H.G. Walls – Barcelona: Bruguera 1981, Club Joven:19.
  •  

Venga, a empezar por el primero.

Me levanté con cuidado de no hacer ruido y me dirigí hacia los catálogos con la lista en la mano. Decidí empezar a buscar en el de autores.

 

Abrí el cajón, a ver Salinger, eso por el primer apellido, ¡ya está! lo he encontrado, ahora vista a la izquierda, a leer con cuidado la signatura 820(73)-3 «19» SAL, pero ¿qué demonios significan todos estos números?.

Alcé la vista aterrado y mis ojos se posaron en un cartel en el que, escrito en rojo, ponía:

¡Atención!

Los libros de Literatura

 

Claro, Salinger es un autor americano 820, (73) literatura americana -3 prosa y 19 año 19…, es decir de nuestro siglo, comprendido respiré tranquilo ya lo tenía localizado, ahora al estante a buscarlo.

La literatura estaba a mi derecha, fui pensando lentamente delante de las estanterías 820 literatura inglesa, 820(73) literatura americana -3, ya está ¡es mío!.

Levanté la vista, me sentía orgulloso de mi proeza, había sido capaz de buscar el libro yo sólo, los demás lectores no se habían dado cuenta de ello, me había comportado como un veterano y nadie me felicitaba… Bueno, que vamos a hacerle, continuaré con los demás.

 

El segundo lo buscaré en el catálogo de títulos, veamos:

El misterio de la cripta embrujada

-No lo encuentro, ahora ¿qué hago? puede ser que no esté en la biblioteca, lo preguntaré a la bibliotecaria, cogí la lista y…

-¡Qué tonto soy! en el artículo de la revista decía que se había de buscar por la primera palabra del título, y lo estaba buscando por el artículo, tranquilo muchacho, volvamos a empezar.

misterio, misterio del río, me he pasado de largo, misterio de la cruz egipcia, más adelante, misterio de la cripta embrujada/Eduardo Mendoza,- este es, veamos la signatura 830 -3 «19» MEN literatura castellana, prosa, siglo XX. Localizado.

-No es demasiado gordo, me lo leeré en un periquete sobretodo si es de misterio, me lo estoy pasando bomba, eso de buscar libros es como jugar a la búsqueda del tesoro y ya tengo dos! A por mi tercero…

 

¿Dónde lo busco este ahora? ¿Y si pruebo en el Catálogo de Colecciones? A ver Club Joven; 19. Primero hay que buscar el nombre de la colección, Club joven, ahora el número, 12 ,15, 19 éste es el mío! Leamos la ficha El Hombre Invisible /H.G. Wells Bruguera, correcto, ahora la signatura JN WEL novela juvenil, a por el libro venga.

Este es más fácil de encontrar, las tres primeras letras del apellido del autor y en cada estante pone la letra A B C… abajo del todo, es de las últimas letras del alfabeto. WEL, la máquina del tiempo, no ese no, el hombre invisible ya está. Ya los tengo los tres, ahora no sé por cual empezar.

 

Me senté y los fui ojeando, empezaría por el último, ¡esto de la ciencia ficción me alucina! los otros los dejaría para más adelante. Empecé la lectura y al cabo de poco rato me di cuenta que la biblioteca estaba más llena de gente sobretodo menuda, eran más de las 6, tenía que ir a clase de inglés, ¿ahora que voy a hacer con los libros? -me pregunté.

 

Fui al encuentro de la bibliotecaria y le expliqué con orgullo que había encontrado los libros yo solo y que me gustaría llevármelos a casa, todos a la vez no, de uno en uno. Me informó que podía hacerme el carnet de préstamo y que mientras le traía las fotos y la autorización de mis padres podía dejar el libro reservado en el Rincón del Lector, con una tarjeta con mi nombre y la fecha del día, de allí sólo lo podía coger yo, y después añadió:

-Y felicidades, por ser este tu primer día, te has sabido desenvolver muy bien. No dudes en consultarme todo lo que no seas capaz de resolver tu solo y sobretodo no guardes los libros, si te equivocas de lugar no habría manera de dar con ellos. ¡Hasta pronto!.

 

Me cogió los libros con suavidad y se dispuso a atender a un pequeñajo , que quería que le explicaran un cuento.

Vi como se iban hacia el fondo de la sala y se sentaban en los cojines con otros niños. Me hubiera gustado quedarme a escuchar, pero la obligación es la obligación, había que ir a clase y sin demasiadas ganas, salí.

Biblioteca, sí, gràcias

Mercè Escardó i Bas

A: PRIMERAS NOTICIAS. Núm.73 . gener 1987

 

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