«Descubriendo la biblioteca» PRIMERAS NOTICIAS Núm.73 (Enero 1987)

 

Generalmente oímos decir que una biblioteca es un lugar con muchos libros, o que si señor X tiene una gran biblioteca en su casa, o que la familia Z tiene una preciosa biblioteca, pero ¿a qué se refieren en concreto cuando aplican esta palabra? Lo mejor será leer con detenimiento lo que nos dice la enciclopedia:

Biblioteca: Servicio cultural que organiza y mantiene el depósito, la clasificación, la conservación y la consulta o lectura de libros u otros materiales gráficos o audiovisuales.

Después de la lectura atenta de estas palabras comprendemos que una biblioteca es en definitiva mucho más que un lugar con libros, aunque haya muchos o hagan muy bonito, y es que sin que los libros hayan recibido un tratamiento especial, sin bibliotecarios que se lo apliquen, sin lectores que los hagan servir, no deberíamos hablar de bibliotecas y por tanto el sentido que generalmente damos a esta palabra no es demasiado correcto.

 

Hay muchas clases de bibliotecas: pueden ser autónomas o depender de un organismo, como por ejemplo un museo, una universidad, etc. Según el organismo del que dependan serán nacionales, estatales, municipales, públicas, privadas… Según su contenido pueden ser generales o especializadas y entre las especializadas encontraremos las dirigidas a un sector de público en especial como por ejemplo las infantiles y juveniles. La organización de las bibliotecas más grandes ha llegado a ser muy compleja; los catálogos y los ficheros centralizan millones de datos, y cada vez más, son concebidos para ser procesados por computadoras. A pesar de ello todas las bibliotecas tienen en común las técnicas empleadas en el proceso que sigue el libro o los demás soportes de información, desde su llegada hasta que están a disposición de los lectores.

 

Cada biblioteca selecciona y compra libros, los registra, cataloga y clasifica; los prepara para su colocación en los estantes, los coloca y una vez puestos al servicio del usuario, los conserva.

 

SELECCIÓN, COMPRA Y REGISTRO

Como la producción editorial es muy extensa, todas las bibliotecas proceden a la selección de los libros que más interés tienen para sus lectores, sólo las bibliotecas nacionales recogen todos los títulos publicados en sus respectivos países.

 

La biblioteca realiza la compra de los libros previamente seleccionados, también pueden incrementar su fondo mediante las donaciones o los intercambios de publicaciones.

 

El registro es el primer paso del proceso. Consiste en numerar los libros según el orden de llegada; se apuntan en el libro de registro, de manera correlativa, indicando la fecha de llegada, el autor, el título, el pie de imprenta y su procedencia (compra, donación, etc…). El número que le corresponde se escribe también en el libro, generalmente, en la portada y en la última página.

 

La Catalogación

La catalogación consiste en hacer unas fichas de cada libro que después se intercalan en unos ficheros especiales llamados catálogos. Estas fichas son como un carnet de identidad de cada libro ya que en ellas se escribe toda la información que se cree necesita el lector para conocer el libro. En ellas encontraremos citado el autor, el ilustrador, prologuista, traductor, el título, el pie de imprenta, lugar de edición, editorial, año, sus características físicas, es decir, el número de páginas, si están ilustradas o no, sus medidas, si es cartón u otro tipo de encuadernación y por último, si pertenece a una colección y el número que le corresponde en ella.

 

Las fichas no se redactan de cualquier manera sino que siguen unas normas de descripción bibliográfica determinadas por cada biblioteca o red de bibliotecas. El número de fichas que se hacen de cada libro depende de los catálogos en que se hayan de intercalar; los más habituales son: el catálogo de autores, el de títulos, el sistemático de materias, el alfabético de materias y el de colecciones.

 

Clasificación

Según el contenido del libro, este recibe el número que le corresponde siguiendo el sistema de clasificación que se haya establecido: el más usual es el decimal, CD. Este sistema fue creado por Melvit Dewey , bibliotecario americano que en el año 1876 publicó su primera versión, basándose en la obra de un filósofo que había dividido el conocimiento humano en ramas e hizo corresponder a cada una de ellas un número que luego subdividía si era necesario concretar más el contenido del libro. El Instituto Internacional de Bibliografía de Bruselas obtuvo la autorización de Dewey para utilizar y adaptar la clasificación que él había inventado, y desde entonces, la pública, incorporándole los nuevos conocimientos y progresos de la humanidad, con el nombre de Clasificación Decimal Universal, CDU.

Estos sistemas de clasificación son universales, es decir que los números significan lo mismo aunque las lenguas sean diferentes (Tanto en la China como en EEUU encontraréis los libros de matemáticas en el mismo número).

  • 0 Obras Generales.
  • 1 Filosofía.
  • 2 Religión.
  • 3 Ciencias Sociales.
  • 4 Lengua (en algunas clasificaciones).
  • 5 Ciencias Exactas. Ciencias Naturales.
  • 6 Ciencias aplicadas. Técnica.
  • 7 Bellas Artes.
  • 8 Lengua (en algunas clasificaciones). Literatura.
  • 9 Historia. Geografía. Biografía.

 

Cada una de estas clases se puede dividir añadiéndole otra cifra y así sucesivamente hasta obtener una división tan precisa como se requiera p. ej.:

  • 5 Ciencias Puras.
  • 51 Matemáticas.
  • 514 Geometría.

Cuanto más largo es el número más concreto es el concepto que representa. Esta serie de números junto con las tres primeras letras del apellido del autor recibe el nombre de signatura o cota y nos indica la materia de la que trata el libro y también el lugar en que estará colocado en la biblioteca.

 

Preparación

Una vez catalogado y clasificado, el libro llega al último paso antes de su puesta en servicio, ya tiene el número de registro escrito en la portada, ahora se le ponen los sellos de la biblioteca y se engancha el sobre en el que irá la tarjeta de préstamo, se le coloca el tejuelo en el lomo y se forra. Luego se coloca en los estantes siguiendo el orden numérico de la clasificación.

Colocación de las fichas en los catálogos

La colocación de las fichas en los catálogos depende de la naturaleza de estos:

Catálogo de autores: las fichas se colocan siguiendo el orden alfabético por el apellido del autor.

APELLIDO, APELLIDO, Nomb

re

Catálogo de títulos: Las fichas se colocan por la primera palabra del título, prescindiendo de los artículos y también siguiendo el orden alfabético.

TITULO, EL

Catálogo sistemático de materias: definiremos el tema del libro mediante una palabra clave según un thesaurus y se colocan las fichas por estas palabras en orden alfabético.

PALABRA CLAVE

Catálogo de colecciones: se coloca en el encabezamiento de la ficha el nombre de la colección seguido del número que le corresponde al libro dentro de ella. El nombre de la colección seguirá el nombre alfabético y después se sigue el orden numérico. Colección: número.

 

Consultaremos el catálogo de autores si conocemos el autor del libro que buscamos, y el catálogo de títulos si conocemos su título pero no su autor. Si lo que nos interesa es el contenido del libro independientemente de quien lo haya escrito o como se titule, consultaremos los catálogos sistemático y alfabético de materiales. Si queremos encontrar otro libro de una colección que ya conocemos buscaremos en el catálogo de colecciones.

 

En definitiva los catálogos nos sirven para saber si el libro está en la biblioteca y en el lugar en que está colocado; son la gran memoria de la biblioteca y es muy importante saber consultarlos.

 

En las bibliotecas generales los catálogos pueden llegar a ocupar toda una sala y son el único vínculo entre los lectores y los libros, ya que éstos generalmente están colocados en otras salas o almacenes y no al alcance de los usuarios.

 

Información práctica

Todos sabemos que las bibliotecas no son el lugar adecuado para ir a jugar al fútbol pero es necesario conocer algunas de las normas que rigen en todas ellas, las más elementales son las del silencio y el respeto por los libros y demás materiales (no rayar, doblar, cortar ni mutilar) que la biblioteca pone a nuestra disposición: no se debe colocar los libros en los estantes aunque estos sean de libre acceso, un libro mal situado es libro perdido. ¿A quién se le ocurrirá buscar un libro de fútbol entre los de matemáticas? Siempre se ha de tener presente que los fondos de las bibliotecas y sus salas son públicas, que es como si fueran de cada uno de nosotros en particular, y que debemos tratarlos con tanto cuidado y esmero como hacemos con nuestras cosas.

 

Cada biblioteca tiene su horario en particular y también son diferentes las normas de acceso: para ser lector puede ser necesario o no hacerse un carnet , o pertenecer a la entidad de la que depende la biblioteca… El servicio de préstamo de libros y el de fotocopias son opcionales y también variarán las condiciones que se han de tener como lector para acceder a ellos.

 

Las bibliotecas organizan visitas didácticas, exposiciones de libros, guías de lectura, encuentros con autores e ilustradores, que son la mejor manera para dar a conocer sus fuentes y animar a los usuarios a aprovecharlos al máximo. Cada biblioteca los da a conocer a sus lectores a través de diversos canales de difusión: impresos, radio… Es cuestión, pues, de estar alerta y no dejárnoslas perder, sobre todo si queremos disfrutar con la lectura y conocer el placer de leer.

Descubriendo la biblioteca

Mercè Escardó i Bas

A: Primeras Noticias – Nº 73 –  Any 1987

 

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