«Para leer en libertad» PRIMERAS NOTICIAS. Núm 80 (diciembre 1987)

 

En Catalunya, nuestro país, las bibliotecas infantiles (14 en total) y la mayoría de secciones infantiles de las bibliotecas públicas poseen las condiciones más óptimas para que la lectura en ellas sea sinónimo de libertad. La Biblioteca Infantil y Juvenil de Can Butjosa (Parets del Vallés) no es una excepción. En ella los pequeños lectores son libres de entrar -aunque algunos padres los quieran tozudamente aparcar – libres de escoger sus lecturas, y libres también para empezarlas y acabarlas en el momento y la ocasión que ellos, por sí mismos, decidan; esto último es lo más importante, pero no adelantemos conclusiones, será mejor empezar por el principio.

 

Quedamos en que los niños vienen a ella cuando quieren -olvidémonos los aparcamientos, que son siempre un fracaso- y allí se encuentran con una cantidad respetable de libros bien seleccionados, clasificados y ordenados según las normativas biblioteconómicas vigentes. Están lo mejor conservados posible y son «curados» cuando lo precisan en nuestro taller de reparaciones. Los encuentran colocados en estanterías apropiadas de las que salen, ahora unos ahora otros, para ser hojeados,  mirados, leídos por los lectores y también para ser mostrados en las mil y una -no es una exageración; en casi cinco años puede que hayamos superado este número- actividades de animación que tienen como único y bien intencionado propósito el rescatar del anonimato de los estantes a los pacientes libros que esperan impacientes la caricia de los ojos y las manos, tal vez no demasiado limpias ni tampoco diestras pero sí sabias y decididas, de los pequeños usuarios.

 

Autoseleccionar las lecturas

Lo que luego sucede es fácil de adivinar. Los niños escogen sus lecturas y leen, simplemente y maravillosamente leen lo que quieren, cuanto y como quieren. Todo está a su disposición: libros de materias, de imágenes, cómics… y si alguno coge un libro de nivel superior a sus posibilidades no ocurre nada del otro mundo, él mismo comprueba que no puede con él, lo devuelve a su sitio, lo abandona, y también al revés, los grandotes que disfrutan con las cortas y ricas historias de los cuentos infantiles pueden sucumbir el encanto de leerlos sin que nadie se ría de ello ni se le retraiga su proceder. Por unos momentos saborean unos y otros el placer de la libertad de autoseleccionarse sus lecturas sin sentirse mal por ello sino al contrario, muy al contrario.

 

Para ayudar más a la libertad de la lectura en lo que se refiere al momento y lugar adecuado para llevarla a cabo, la biblioteca tiene servicio de préstamo, a partir de los tres años. Pensaréis que este servicio es de dominio público pero puede que no lo sea el hecho de que jamás se ha puesto como condición para acceder a él la obligación de leer todo lo que se deja. La única condición es devolverlo en el plazo indicado y en las mismas condiciones en las que fue prestado. Tampoco se han de hacer fichas ni comentarios, ni tan siquiera decir nada, aunque es difícil que si han disfrutado con la lectura puedan esconder una sonrisa de satisfacción que da paso a un «¿te lo has pasado bien?» «¿lo has disfrutado?» «¿quieres recomendarlo a tus compañeros?» Eso sí que les gusta y con buena o mala letra escriben en una tarjeta pequeña «no os lo perdáis» «alerta, libro especial» y después de poner su nombre la enganchan con un clip en el libro y lo colocan en el lugar de los LIBROS RECOMENDADOS. Estas recomendaciones de lectura parten de ellos mismos y son realmente buenos, muy buenos críticos. En este lugar tan preferente están los mejores libros y dudarlo por vuestra parte sería una ofensa. Y es que todos, todos los que disfrutamos leyendo sabemos por experiencia que una buena lectura depende también del momento y de la ocasión en que la hagamos, que a veces hemos abandonado un libro que luego más tarde nos ha hecho disfrutar, comprobando con sorpresa que la culpa no era del libro sino nuestra ya que no estábamos en el «punto dulce» para recibirlo.

 

A nosotros se nos hace más fácil entender lo que les pasa a los niños que han de leer cuando no tienen ganas y por si fuera poco, lo que no han escogido. Y es que con el corazón en la mano -ponedlo allí por un momento, por favor- no hay nada mejor que con el tiempo a nuestro favor mirar, tocar, oler los lomos, las cubiertas, las portadas de los libros y dejar que uno de ellos por un secretisimo poder, de mágico magnetismo, salga a nuestro encuentro, y esto tan especial y maravilloso, si no se tiene poder adquisitivo como es el caso de nuestros pequeños lectores, el mejor lugar para llevarlo a cabo es, sin dudarlo ni un momento, una acogedora, alegre y juguetona biblioteca infantil.

Para leer en libertad

Escardó i Bas Mercè 

A: Primeras Noticias – Nº.80 – diciembre  1987.

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