«Una biblioteca, ¿Y eso qué es?» PRIMERAS NOTICIAS. Núm.100 ( 1990)

Hace ya algunos años, más o menos ocho, que trabajo en una biblioteca infantil y juvenil; algunos, bastantes más, que acabé la carrera de biblioteconomía en la Escuela Universitaria de Barcelona y muchos, muchos más, que esta pregunta está latente en mi, esperando una adecuada contestación. 

De muy pequeña mi idea de la biblioteca se limitaba a los libros de la que actualmente denominamos biblioteca de aula, que teníamos en cada clase; recuerdo La vieja de los Gansos, Los cuentos del viejo reloj y Los cuentos de Andersen con ilustraciones a color de Arthur Rackham.  Entonces las definiciones que un diccionario de lengua me daba de ella: 

BIBLIOTECA: Lugar que contiene una colección de libros // colección de libros/ / mueble para guardar libros, librería/ / recopilación de obras de una misma índole. 

Definiciones que se ajustaban a mi realidad, la de la escuela «lugar que contiene una colección… » y la de mi casa, y aún más la de mi abuelo, en las que las estanterías «mueble para guardar libros” ocupaban gran parte de las paredes. 

 

«Montones de libros serios me observaban» 

Luego en la escuela que estudié bachillerato descubrí otro tipo de biblioteca a la que podíamos acceder en horas de estudio y a la que teníamos acceso toda la escuela, tanto los chicos como las chicas, ese lugar y en la iglesia eran los únicos en los que coincidíamos. Allí los libros estaban ya clasificados, algunos guardados en vitrinas y dependías de la amable señora que los miraba para localizar lo que podía interesarte. Recuerdo su preocupación al ver lo que leía y a la velocidad que lo hacía: 

-¿Ya le enseñas a tu madre lo que lees? 

Y aún más el día que me llevé Los Novios / Alessandro Manzzoni. Hasta la maestra que nos vigilaba en el aula de estudio vino a hojearlo con la preocupación de si seria un libro adecuado para mí. Nadie se opuso a que lo leyera y tuve el placer de aburrirme y de devolverlo después de haber saltado de página en página para poderlo acabar. Fue la única tentativa de control, fue la época de leer lo que quería (nada de listas obligatorias) cómo y dónde quería, tanto en casa como en la escuela y entonces la biblioteca fue para mi un lugar muy especial en el que era posible encontrar todo tipo de material apto para ser «devorado». 

Luego tras unos años de incertidumbre, no sabía qué estudiar, hasta que una buena persona ¿Quizás mí hada madrina? sugirió:

-A ti te gusta mucho leer ¿Por qué no estudias bibliotecaria?  (no era ese su caso pero hay mucha gente por ahí que piensa que los bibliotecarios/as tenemos mucho tiempo para leer ¡Sacre bleu!) en horas de trabajo. 

E ingresé en la entonces «Escuela de bibliotecarias» y allí tuve mi primer contacto con verdaderas bibliotecas, la Biblioteca de Catalunya entonces Biblioteca Central, en la que estuve a punto de padecer, como Charlie Brown, bibliotecofóbia de la mejor calidad y en la que más de una vez hubiera deseado  que, como una familia alemana que conocía, me ofrecieran unas zapatillas al entrar para no hacer el esfuerzo de controlar el ruido de mis zapatos. Montones de libros serios me observaban, pero ¿Y los otros libros? ¿Los más manejables? toda una carrera de obstáculos me separaba de ellos. 

Entonces encontré una definición en una enciclopedia que se ajustó a mis nuevas experiencias: 

BIBLIOTECA: Servicio cultural que organiza y mantiene el depósito, la clasificación, la conservación y la consulta de materiales gráficos… 

Sobre todo en lo que hacia referencia a la conservación. La parte de la definición que se reseña a la consulta pude verificarla cuando hice las prácticas de la carrera en la Biblioteca de Sant Pau en el edificio anejo, allí no tuve miedo, tan sólo un poco de pánico ante la invasión, y no exagero, de estudiantes que ponían a prueba la eficacia de las bibliotecarias, en tener los catálogos adecuados para responder y orientar a sus demandas masivas, y a su paciencia en explicarles una y otra vez cómo acceder a la información y encontrar los libros. 

Y luego llegó el momento de aplicar lo aprendido y me estrené en una escuela en la que tuve que hacer de todo hasta conseguir los libros, colocarlos y clasificarlos y… ¡Cuantos esfuerzos enterrados! Hoy después de casi 10 años y en su tercer intento de puesta en marcha, ha sido varias veces desmontada y cambiada de lugar, perdidas sus fichas y los libros serán registrados por tercera vez! Esta es una realidad en la mayoría de bibliotecas escolares, una cruda realidad nada de conservación de depósito ni de mantenerlo tampoco, ni de… 

Más tarde estuve trabajando en una biblioteca de instituto y la experiencia fue más positiva y me consta que, con otro profesional, sigue su andadura. 

Y por fin Can Butjosa, la biblioteca infantil y juvenil en la que hace casi ocho años que tengo la suerte de trabajar. Allí descubrí que ninguna de las anteriores definiciones de biblioteca encajaba con la realidad que tenía y que tengo ya que, el local había sido planeado y construido especialmente para ubicar la biblioteca, que su dependencia de la Generalitat y el Ayuntamiento garantizaba la continuidad de los esfuerzos que en ella hiciéramos, que ya no trabajaba sola, que contaba con un equipo y no voluntario, sino fijo  y … pero había algo más que todo esto, intentaré explicarlo. 

 

«Leer es vivir infinidad de vidas”

La biblioteca a veces parecía un patio de juegos cuando los niños leían, claro que el libro es un juguete y leer es un juego y en el que después de aprendidas las normas para poder leer, cada lector decide cómo empezar a jugar, de qué manera y cómo dejarlo ¡Ah! y también es un juego, el de la búsqueda del tesoro, ordenar las enciclopedias después de una tarde de casi 200 lectores, la 15 está en el lugar de la 37, la 37 en la del 60, la del 60 en … ; un lugar de reunión en la que los amigos se encuentran, hablan un poco más alto de lo que deben -bajar el volumen por favor, un lugar para «ligar», en un programa de televisión los jóvenes dijeron que en la biblioteca encontraban las chicas para algo más que pasar el rato; un centro cultural, de información y documentación, una sala de trabajo, un lugar de intercambios, un lugar de ocio… ¿Pero dónde estaba la definición que dijera todo esto? 

Por otro lado, mi trabajo estaba cada vez más cerca del bandido bibliotecario de El secuestro de la bibliotecaria / Margaret Mahy que del tradicional esquema que todos tenemos y como en Matilda / Roald Dahl descubrí que una bibliotecaria que conoce sus instrumentos de trabajo, es decir los libros, puede ayudar a los lectores a adentrarse en su lectura, y qué decir de la magia de explicar cuentos y de… 

¡En qué berenjenal estaba metida! 

¿Era esto una biblioteca?  

Y un buen día, de repente saltó ante mis ojos esta definición de la Unesco: «La Biblioteca es una fuerza viva al servicio de la cultura, de la educación y de la información y un instrumento indispensable para fomentar la paz y la comprensión internacional». 

¡Qué alegría! ¡Aquí sí que cabía todo! Las actividades, la educación con las visitas didácticas, la comprensión internacional con la prensa-libro que conectamos en la TvBib, la tele que funciona con libros, para ampliar una noticia con  el libro adecuado, el Mes de la Naturaleza,  el Mes de la Paz… los intercambios con otras bibliotecas sin tener miedo a fronteras; pero sobre todo por la fuerza viva y es que nuestra biblioteca está viva, tanto que en ella se pasea con toda libertad un pequeño gnomo, nuestro Follet, el cual hace poco ha regalado a los lectores un dietario con el siguiente lema: 

Los libros que he vivido… porque leer es vivir infinidad de vidas. 

En el que los niños pueden -si quieren-apuntar sus lecturas preferidas. 

Un «follet» , un duende, que no está sólo ya que con él se pasea una «bestia fabulosa» que contagia las ganas de leer y también un oso, y la ricitos, los hombrecitos del silencio, una ballena rosa … 

Y con esta definición me he quedado aunque en mi trabajo diario, de libro a lector, de lector a libro, descubro que seria mejor dejar la respuesta al aire hasta el día en que las bibliotecas tengan el lugar que les corresponde en la sociedad  y en las prioridades de los proyectos culturales de pueblos y ciudades, que se les exija todo lo que puedan dar sin regatear dotaciones económicas ni físicas, entonces ya no nos harán falta las definiciones porque todos sabremos lo que son ya que tendrán un lugar, no tan sólo en nuestros sueños sino, en nuestra vida de cada día. 

 

Una biblioteca ¿Y eso que es?”

Escardó i Bas, Mercè.  

 A:  PRIMERAS NOTICIAS., núm. 100, novembre-desembre 1990. pp.12-13

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