«Visita a la Biblioteca de Can Butjosa». PRIMERAS NOTÍCIAS. Núm.87 (diciembre 1988)
Si desde la organización de las Jornadas se pensó en visitar una biblioteca infantil fue porque se creía necesario mostrar a los jóvenes participantes en ellas cómo es una opción de lectura en libertad. Las bibliotecas infantiles son la antítesis de lecturas obligadas, de listas cerradas, de leer en tiempo y lugares prefijados de antemano y no por los lectores sino por los educadores que con la mejor intención del mundo intentan despertar en ellos la afición a la lectura.
La Biblioteca Infantil y Juvenil de Can Butjosa, que ha cumplido ya sus cinco primeros años, ha dedicado todos sus esfuerzos, todos sus encantos y sus mágicas virtudes –(l veces un tanto camaleónicas a hacerse un hueco en la vida de los pequeños y jóvenes habitantes del pueblo de Parets del Valles, en el que está ubicada.
Las actividades dedicadas a este fin -la lectura, el libro – son de lodo tipo. Algunas son permanentes, otras saltarinas; algunas hacen ruido, todo el
que se permite en una biblioteca, otras son tan silenciosas que hasta a los que trabajamos en ella nos cuesta darnos cuenta de que están ahí. Intentar que sólo una visita trasluciera todo este trabajo y la sensibilidad lectora que gracias a él impera entre los lectores, no fue fácil. Queríamos involucrarlos a todos, pero hacerlo con más de 1500 a la vez nos pareció que quedaba fuera de lodo lo imaginable.
De manera que planeamos que tres lectoras de las que se habían destacado en la biblioteca participaran en las Jornadas de manera directa, es decir asistiendo a todos los actos y a talleres programados y luego conseguir que el día de la visita a nuestra biblioteca pudieran participar activamente en la misma el máximo posible de lectores. ¿Cómo? Pues haciendo de guías turísticos.
¿Quién mejor que ellos para explicar las cualidades de su biblioteca? Así que 20 lectores, de edades comprendidas entre los 7 y 14 años, se apuntaron como guías.
En el momento de realizar esta visita, la biblioteca estaba acabando su gira por Gran Bretaña, nuestro autobús llegaba a la parada final, después de un agotador y largo recorrido durante todo el verano. Vestida, pues, de autobús rojo de dos pisos y repleta de libros de autores ingleses con paradas atrayentes
en Escocia con Oscar Wilde, en Country’s Shakespeare o en Mídlands con Roald Dahl, entre otras, nuestra biblioteca recogió el miércoles 7 de septiembre a 80 nuevos viajeros.
De entrada, se hicieron dos grupos, de modo que mientras unos iniciaban un recorrido por las calles adyacentes realizando una mini-encuesta sobre el uso de la biblioteca, los otros entraban en ella para participar en una visita didáctica como la que llevan a cabo durante todo el curso escolar las escuelas que lo solicitan. Después de explicar el funcionamiento de los catálogos, la descripción de las fichas bibliográficas y la colocación de los libros, se abrió un turno de preguntas: «Una tele con libros para qué sirve? Verás, es una manera de hacer la competencia». «¿Y esa muñeca llena de ricitos? Se escapó de su cuento». «¿Y ese pez? Lo dejaron de regalo los hombrecitos del silencio». etc etc… Luego, hubo cambio de tercio, los otros entraron y éstos salieron para realizar la encuesta. Después, todos juntos, participamos en un refrigerio en el jardín; hubo limonada y plumeake, sólo faltó el té helado pero estuvo presente la corrección británica de todos los asistentes que, aunque sedientos y cansados por el periplo, se comportaron como gentlemans ante el apetecible refresco.
Una biblioteca camaleónica
Una vez que todos, guías y visitantes, hubieron repuesto fuerzas, entramos de nuevo en la biblioteca, donde ayudados de algunas diapositivas comprobaron
algunas de sus cualidades camaleónicas y conocieron a algunos de nuestros invitados de honor: escritores, habitantes de planetas imaginarios, astrónomos, ilustradores y, cómo no, a la gentil ballena rosa que nos abandonó al enterarse de nuestro viaje, los largos recorridos por carretera que nos esperaban le asustaron. y esto fue todo, nuestro objetivo era compartir con estos jóvenes llegados de lugares diferentes nuestra biblioteca, nuestra manera de leer y de disfrutar leyendo, nuestra forma de provocar, incitar, alegrar, entusiasmar, empujar, invitar, espolear a nuestros lectores. Queríamos demostrar que la biblioteca es más que un lugar lleno de libros catalogados y seleccionados, una fuerza que impulsa a los lectores a descubrir a través de ellos un mundo, el mundo, su mundo, que la biblioteca es la ventana abierta que provoca corrientes de aire en cerebros y corazones estancados, y que está viva, es vida.
¿Lo conseguimos? Nosotros así lo deseamos, Creemos que de regreso a sus casas, a sus escuelas, a sus bibliotecas, si allí no lo encuentran, nuestros visitantes serán capaces de pedirlo y reclamarlo, y es que se trataba de despertar a los dormidos y de animar a seguir a los despiertos. Entre estos últimos, poco o mucho, nos incluimos todos nosotros.
Visita a la biblioteca de Can Butjosa.
Mercè Escardó i Bas .
Primeras Noticias núm.87 -Diciembre1988