«Cuando la lectura empieza…antes de que comience la emocionante aventura de poner un pie detrás de otro en el suelo.»PRIMERAS NOTICIAS. Núm. 171 (julio 2000)

 

Y eso es lo que pasa diariamente en la BEBETECA, ese extraño lugar en que madres y padres, abuelos y  abuelas, tíos y tías. o “canguros” porqué no, junto a los pequeños que están a su cuidado, “leen  juntos”. 

 

Y lo hacen con una “lectura” mágicamente compartida que parte del placer de dar y de recibir, de descifrar hileras de hormigas, generalmente negras y apretadas, que se convierten en sonidos o silencios, que son caricias para las orejas y cosquillas en ese entendimiento, casi virgen, solo hollado por las canciones y arrullos que en brazos les han llegado a esos niños  que hace poco aún  eran bebés.

 

– Este es papá – y una mano grande ayuda a posarse a un dedo chiquito sobre el dibujo en el que se ve a un señor, generalmente con bigote. 

-y la abuela- y otro dedo se pasea por el papel.

– y mira un perro que hace: Guau  Guau!

– y la gallina: co-co-ro-co…

 

Y así gesto a gesto, palabra a palabra, empieza a dibujarse para el bebé ese recién estrenado mundo y, todo lo que le rodea adquiere sentido y existencia dentro del libro.

 

Y de esta manera, entrañablemente sencilla y tierna, esa enseñanza, la de que la vida está dormida en los libros esperando que la despertemos, llega y se queda.

 

Luego vendrán los cuentos, historias llegadas de ves a saber donde, que se convierten en las piedras, en los cantos rodados de nuestras vidas/río, y con ellos la astucia, la generosidad, la prudencia, el valor y muchas otras palabras de contenido tan amplio como el misterioso universo van a dejar su significado en nuestras vidas/río  y a marcar en ellas senderos invisibles  por los que caminar con seguridad.

 

Y ahí estamos nosotros los profesionales que trabajamos en las bibliotecas, bibliotecarios, auxiliares y también los conserjes, intentando cuidar esta cuna de la lectura, la BEBETECA, como si se tratara de cualquier capazo, bressol, sebaska,  de mimbre, trenzado por sabias manos, capaz de mecer y acoger a los que aún no son capaces de poner un pie detrás de otro en el suelo.

 

Y ahí están las madres y padres, abuelos y abuelas, tíos y tías o “canguros” porqué no, con los pequeños que están a su cuidado, con los que comparten este espacio lleno de paz, gozando del privilegio de “leer juntos”.

 

Pero la realidad es que ahí, además de estos adultos que ya han descubierto   esta cuna que amorosamente y profesionalmente les hemos preparado, están también algunos otros que pasando de todo lo que les invita a gozar de este privilegio   se saltan todas las normas de la biblioteca e intentan   “olvidarse” de los pequeños que están a su cargo.

 

Adultos que con su actitud  dicen a sus niños que en la biblioteca todo está permitido, saltar, gritar, tirar los libros por el suelo, no respetar a los demás, boicotear las horas del cuento y un largo etcétera de los que ellos seguro no son conscientes.

 

Adultos que, delante de los amables intentos de recolocarlos en el lugar que les corresponde, ofendidos, disgustados, enfadados y en voz alta a veces contestan:

 

– ! No sé que de que vais  en este lugar!- o  con voz aún más alta y ante la mirada atónita de los que en silencio están sumergidos en “la lectura” replican:

-Este  lugar es público y por tanto yo tengo derecho a estarme con mi niño.

 

Y cualquier intento de razonar este derecho, de ligarlo con los deberes intrínsecos que conlleva el ejercerlo, es una ardua tarea que agota y desespera al más coherente, creyente y practicante de los bibliotecarios.

 

Y cuando eso pasa, en una Bebeteca con más de 8 años de vida, en las que bastantes niños llegan al difícil reto de aprender a leer con más de 400 libros mirados y escuchados, gracias a sus padres y a la cuna de la biblioteca, es que algo no encaja. 

 

Una Bebeteca que és un servicio más de una biblioteca en la que se ponen cada día en práctica tres objetivos educativos 

 

  • 1-Ayudar a los niños, jóvenes y adultos a llegar a ser buenos usuarios que conozcan las normas de la biblioteca y las cumplan y que sean conscientes de los derechos y deberes que los asisten como tales.

 

  • 2- Ayudar a los niños, jóvenes y adultos a llegar a ser buenos lectores, capaces de escoger libros que les interesen y que este interés  los conduzca a desear otros; induciéndoles a descubrir el gusto de leer en libertad.

 

  •  3- Ayudar a los niños, jóvenes y adultos a adquirir unos hábitos de comportamiento específicos que los enriquecerán como personas y les facilitarán la integración en la comunidad, el país y el planeta en el que vivimos.

 

Una biblioteca en la que existe:

 

– Un “espacio familiar” mensual “La Taula Camilla” dedicado a la lectura, para los más pequeños y sus padres. 

 

-En la que se hacen visitas periódicas dirigidas a las guarderías y escuelas del pueblo que acogen a la mayoría de los pequeños usuarios.

 

– En la que adultos y niños pueden viajar juntos con la imaginación durante las Bibliovacaciones  y juntos también escuchar cuentos cada semana.

 

– En la que viven una familia de osos   que salieron de su cuento para leer en silencio y amorosamente unos en brazos de otros.

 

– En la que gracias a un follet , al que se debe respetar por llevar en esa casa- suya,  nuestra, de todos- más de 140 años, y a una bestia que contagia las ganas de leer “ camuflándose en las palabras  escritas en los libros y a un largo, largo,  etcétera  con el que los profesionales que en ella trabajamos pretendemos  ayudar a nuestros usuarios a llegar a una lectura íntimamente y libremente escogida y alegremente compartida.

 

Entre todos hemos conseguido dar vida a un especial y mágico lugar en el que el espacio/tiempo real desaparece y en el que siempre hemos tenido presente que los “animadores a la lectura” son los propios niños que nos han llevado a trabajar en esa línea delicada que separa la realidad de la fantasía y que aprendiendo a escucharlos hemos descubierto nuevos caminos por los que llegar juntos a los libros. Y gracias a ellos, intentando afinar los oídos para escucharlos mejor y más tempranamente, nos llegaron los silenciosos mensajes de ojos abiertos y ruiditos inconfundibles de los bebés.

 

Cuando uno hace ese repaso obligado surgen preguntas de amargo digerir.

Primero hacia nuestro proceder: ¿Tan mal lo hacemos? 

Y eso nos obliga, intentando ser rigurosos, a repasar todos y cada uno de los pasos que nos han llevado a este proceder para luego entrever que como cualquier otro malentendido, ese también, puede surgir de una comunicación deficiente. 

 

¿Estarán estos adultos suficientemente informados?

 

¿La información está formulada de una manera clara y entendedora?

 

¿Les llega en el momento oportuno? 

 

¿Nuestro espacio contradice su utilización pacifica o induce al juego?

 

¿Son suficientes los mensajes subliminales, carteles, peluches etc. que ayudan a entender como utilizarlo?

 

¿Tenemos suficiente paciencia para comprender cada situación, para explicar una y otra vez nuestros objetivos?

 

Para luego preguntarnos sobre su proceder:

 

¿Qué tienen esos adultos? 

 

¿Porque “pasan”?

 

¿Porque les molesta que intentemos acompañarlos y ayudarlos si cabe en la tarea nada fácil de educar a sus hijos?

 

¿Es que no saben que las bibliotecas podemos también ejercer una función social y educativa además de la conservadora y la informativa?

 

Los niños han cambiado, lógicamente debido a la sociedad y a los individuos que la formamos. Antes eran libres, entraban y salían de la biblioteca a su antojo, tanto que a veces teníamos que tranquilizar a los padres sobre la seriedad y buenas intenciones de lo que en la biblioteca sus hijos vivían, ahora van programados: hoy aquí, mañana allá…Están inquietos, hasta los más crecidos, no vienen cuando quieren sino cuando los traen.

Y por tanto ya que han venido han de estarse el tiempo que el padre o la madre considere equiparable al esfuerzo y sacrificio que han hecho en traerlo a la biblioteca:

 – Si tenemos que regresar al cabo de 5 minutos de llegar! Vaya gracia!

 

Como podemos conseguir que los adultos que los tienen a su cargo entiendan:

 

Que más vale la calidad que la cantidad. 

 

Que quien “manda” es el niño.

 

Que las primeras dosis lógicamente han de ser muy breves y ligeras.

 

Que los niños han de disfrutar de la misma libertad que los adultos de poder leer, -“mirando y escuchando” en este caso- cuando, cuanto  y como quieren.

 

Que los adultos somos unos potentes transmisores y que por lo tanto, consecuentemente y coherentemente, hemos de ser responsables de lo que transmitimos; si ellos, en la biblioteca, los abandonan y se ponen de tertulia con las otras madres o padres ¿Que les están diciendo a los niños? Quizás una cosa parecida a: ¡Que bien se está en la biblioteca de cháchara!

Y yo les diría: Que no se trata de domesticar sino de educar. 

 

Que la lectura es un tándem en el que pedaleamos conjuntamente familia, escuela y biblioteca, en ese orden, que nunca nosotros ni la escuela podemos reemplazar ni ocupar la posición de privilegio de los padres que pueden llenar de voz, la primera hablada y cantarina, la segunda silenciosa y leída, la vida de sus hijos.

 

Que “leer juntos” es una oportunidad única de establecer con sus hijos vínculos invisibles pero largos, dúctiles y duraderos.

 

Y muchos otros Que más …

 

Quizás son demasiadas palabras, con demasiado significado, para comunicarlas de persona a persona en un momento critico.

 

¿Así que hacer?

Solo nos queda buscar excusas creíbles que nos sirvan de consuelo:

 

          Era la primera vez que venían…

 

          No sabia a lo que venían…

 

         La próxima vez, si es que la hay, irá mejor.

 

         A lo mejor lo maduraran en casa…

 

         Quizás leerán este articulo…

 

Y la vida, llena de esperanzas, que se hacen, se deshacen, se renuevan… en la Bebeteca, como fuera de ella, continua

 

Nota:

Agradezco a la amable madre que me increpó hace pocos días con un “¿de que plan vais?” y por la fría mirada con la que me correspondió a mi “señora, eso no es un plan, es una línea de trabajo consciente y coherente que como profesionales desarrollamos desde hace más de 17 años” que me hicieron surgir esta reflexión que he intentado con voz discreta expresar en este papel. Hacia más de un año que P.N. me había pedido un articulo sobre la Bebeteca y yo sentía que ya lo había dicho todo y no podía escribir nada más. Ahora sé que nos queda a todos mucho camino por recorrer y mucho que compartir a través de encuentros, artículos, por teléfono, por e-mail … y que vale la pena continuar haciéndolo. 

Gracias pues, amable madre, por tu incomprensión.

 

Otros artículos sobre nuestra Bebeteca y nuestra función educadora que pueden completar este:

La función educadora de la biblioteca:

Escardó i Bas, Mercè. “A la recerca del lector perdut”. ITEM,  núm 1, julio -diciembre 1987, p.p. 19-26.

Escardó i Bas, Mercè. “IFLA’93. Poster- session. La biblioteca infantil, burbujeante y transparente que educa a sus lectores” p.p. 22/25 PRIMERAS NOTICIAS.  núm. 125 (mayo 1994)

 

La Bebeteca:

Escardó i Bas, Mercè. “Però els bebès també llegeixen?”. GUIX.  Separata 150, abril 1990, p.p. 20-21

Escardó i Bas, Mercè. “Bebeteca o quan la lectura és escoltar i mirar”  IN-FÀN-CIA , núm. 77, marzo-abril 1994.

Escardó i Bas, Mercè. “La Bebeteca, o cuando la lectura es mirar y escuchar” EDUCACiON Y BIBLIOTECA, núm. 46, abril 1994.

Escardó i Bas, Mercè. “La familia y nosotros” p.p.209/214 CONGRESO  D’INFÀNCIA.Vol I. Educar de 0 a 6

Barcelona: Rosa Sensat, 1994 (Temas d’in-fàn-ci-a)

Kesselman, Gabriela. “ ¿Bebés en las biblioteca? p.p.73/74 SER PADRES HOY. núm.  266( enero 1997)

Escardó i Bas, Mercè. “B de Bebeteca” p.p.8/10 EDUCACIÓN Y BIBLIOTECA. núm.100 (abril 1999)

 

 

Cuando la lectura empieza…antes de que comience la emocionante aventura de poner un pie detrás de otro en el suelo.

Escardó i Bas, Mercè

 A: PRIMERAS NOTICIAS. Núm. 171  p.p. 16/19 (juliol 2000)

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