«La família en y con las bibliotecas (o al revés)» CRECER EN FAMILIA. Núm. 16 (Noviembre-diciembre 2011)

 

Cada vez hay más bibliotecas que ofrecen actividades para familias con niños pequeños. En algunas se va tejiendo una verdadera complicidad, clave para promover el amor por la lectura.

 

A los padres y madres que leeréis este artículo no hay que explicaros qué es una familia, lo sois. Ni tampoco qué significa leer, lo estáis haciendo y gracias a ello entráis en contacto con otras personas que al escribir en esta revista han dejado sus experiencias, vivencias, opiniones; personas que escriben sobre y para vosotros, los que habéis decidido vivir juntos y tener hijos, formando una familia.

 

Es esta voz, acompañada de juegos y caricias, de música, la que le empezará a regalar estas cajas mágicas que son las palabras, todavía vacías para él.

 

Hay familias de todo tipo, bien coloridas y diferentes, y en el caso de las bibliotecas ocurre lo mismo. Tanto las unas como las otras somos diferentes, porque somos únicas, maravillosas y raras, dependiendo de nuestra filosofía de vida. Y éste es el punto de contacto entre unas y otras, entre las familias y las bibliotecas: la vida.

 

Intentar ser conscientes de por qué las tenemos y por qué se acaba encontrando significado al hecho de vivir y haber llegado en un momento y un sitio preciso dentro de la infinidad de posibilidades que nos ofrece nuestro mundo, y ayudando mientras tanto a que los pequeños de la casa hagan, paso a paso, lo mismo.

 

Y todo esto lo conseguiremos, tanto las unas como las otras, gracias a los libros, gracias a la lectura. Es cierto que las familias podríais hacer este camino solas, sin la ayuda de una biblioteca:

  • Si los adultos que la formáis sois lectores y la practicais habitualmente ante los pequeños.
  • Si usáis vuestra voz para cantar, contar y leer en voz alta.
  • Si hacéis comprender a vuestros hijos que la lectura es un medio de comunicación, que leemos para saber lo que ha escrito otra persona y que leer es sólo saber descifrar las hileras de hormigas que son las letras desfilando sobre el papel.
  • Si le ayudáis a descubrir que la vida se esconde en los libros, ayudando a hacer y rehacer su propio imaginario que lo conectará con el mundo que vivimos.

 

Espacios Educadores

Pero si las bibliotecas quieren hacer lectores realmente, ayudar a que todos tengan la oportunidad de leer y así entender la vida a través de los libros, no podemos hacerlo solas, necesitamos de vuestra asistencia, de vuestra complicidad. Pero antes hemos de tomar la decisión, además de las misiones que como bibliotecas tenemos asignadas, convertirnos en unos espacios educadores y de convivencia.

 

Se trata de asumirlo plenamente, de serlo, de practicarlo cada día y en cada momento, teniendo la lectura, su fomento, su acompañamiento como principal punto de partida o de todo aquello que en ella se viva. Siendo bien conscientes de que la lectura es educadora para ella misma y una herramienta de crecimiento personal insustituible.

 

Este nuevo aprendizaje se tendría que hacer con la cualidad necesaria para que los pequeños tengan interés, curiosidad, ilusión por descubrir lo que otros han escrito.

 

Antes de describir cómo podemos hacer caminos juntos, cuál es este tándem que podemos hacer pedaleando hacia la lectura, repasaremos el proceso lector. Todos partimos de nosotros mismos para hacer un camino y acompañar a que lo encuentren otros o lo sigan, a veces no somos suficientemente conscientes de nuestro bagaje, de este espacio íntimo que os invito a investigar: 

 

¿Cómo llegasteis a la lectura? ¿Cuál fue el papel de vuestros padres o familiares más cercanos? ¿Cantabais juntos? ¿Os ofrecían o dejaban a vuestro alcance libros? Y en la escuela, ¿os obligaron a leer?, ¿Cómo fue vuestro aprendizaje? ¿Podíais leer lo que queríais?

 

Os ofrezco mi camino como prenda: una madre que cantaba y contaba, un abuelo que amaba los libros, una escuelita donde me enseñaron a leer para saber lo que habían escrito otros, donde vivíamos los cuentos, teniendo siempre buenos libros a nuestro alcance, tanto en la escuela como en casa; después estudiar biblioteconomía empujada por esta faceta de ser una lectora apasionada y más adelante ponerlo en práctica haciendo nacer y crecer una preciosa biblioteca para los niños y las niñas.

 

No es extraño que declare que no podría vivir sin leer ni escribir y que siempre intenté, como ahora, transmitir esta pasión, respeto y agradecimiento que siento hacia los libros y la lectura libremente vivida y compartida.

 

Paso a Paso

Desde esta experiencia vivida en plenitud he tenido el atrevimiento de dibujar este proceso lector que ahora compartiremos paso a paso:

 

1er paso: la voz

La lectura comienza en la barriga de la madre con la voz, ya desde antes de nacer y a través del oído. La voz es el único estímulo que continuará acompañando al bebé en el nuevo medio al que llega.

 

Una voz que después le transmitirá seguridad en ese tránsito de descubrirse como un ser diferente e independiente de la madre, y  es esta voz, acompañada de juegos y caricias, de música, la que comenzará a regalar estas cajas mágicas que son las palabras, aún vacías para él pero que le harán emocionarse y le ayudarán a no sentirse solo .

 

2º Paso. Los libros y en ellos las imágenes

Llegan las imágenes que viven en los libros, otro paso para ayudar a dar significado a las palabras, en él, los padres u otros adultos, con el libro y el bebé en el regazo continuarán con el proceso de darle nombre a lo que ven relacionando las imágenes con su realidad más cercana y dando paso a que descubra el mundo, la vida que nos rodea, está en los libros. La lectura para el niño es en este momento mirar y escuchar.

 

3er Paso. El alfabeto, la huella de la voz

Estos adultos que cuentan y descifran las hileras de hormigas que son las letras, despiertan en los niños el interés por descubrir «lo que pone»… contagiando sus emociones y el placer que sienten por saber leer, hasta que ellos lo puedan hacer por sí mismos.

 

Ya teníamos claro que el proceso lector empieza en el entorno familiar, la voz es suya. La familia es el primer agente lector.

 

Llega el momento de descubrir que es el sonido, la voz, la palabra, que deja huellas en el papel, como la de los animales que se pasean por un camino, y que decodificar estas huellas es leer.

 

Este nuevo aprendizaje, sea en la escuela o en casa, se tendría que hacer con la calidad necesaria para que los pequeños tengan interés, curiosidad, ilusión por descubrir lo que otro ha escrito; leer para vivir, para conocer, para soñar, aportando lo que somos y el significado que guardamos en cada caja/palabra para recrear lo leído.

 

4º Paso. Los libros, los nidos de las palabras que narran, que explican.

Este siguiente paso se da cuando los niños ya leen por sí solos. Entonces hay que ofrecerles la posibilidad de encontrar buenos libros, en la escuela, en la biblioteca pública, en las librerías, en casa…

 

Libros escritos a la luz de la inspiración, dibujados también a esa luz; editados sin esconder el proceso que permitir que su lectura alimente y nos haga crecer como personas, ofreciéndonos la oportunidad de vivir otras vidas que no son las nuestras, la oportunidad de meternos en la piel de otros y, por tanto, a ensanchar nuestros sentimientos y vivencias.

 

Nuestra relación con la familia no es una relación impuesta, sino que es el fruto del amor, la convivencia, la ilusión y la fantasía.

 

Puntos de Encuentro

En nuestra biblioteca, desde el principio, nos dimos cuenta de que si teníamos que arrimar a los niños hacia la lectura, teníamos que contar con sus familias, y  no sólo porque ellos no pueden llegar por sí solos a la biblioteca, sino porque ya teníamos claro que el proceso lector empieza en el entorno familiar: la voz es suya. La familia es el primer agente lector.

 

Todavía hoy, cuando tenemos todas las actividades a la vez en acción poniendo un cuidado especial en este proceso, sabemos que cada familia puede llegar a la biblioteca en cualquier fase de este proceso y nosotros hemos de saber indicar y acompañar hasta el momento y la actividad que sea más adecuada según sea su posición respecto a él.

 

Las familias llegan de  diferente manera. Las que conocen la biblioteca quizás han sido usuarios pequeños antes, son «niños crecidos». O las que no, que son de las que leen, o de las que vienen acompañando a otros sin saber qué se encontrarán.

 

Es muy importante darles la bienvenida a todos: mirando, observando, escuchando para conocer, cada situación, cada persona…, pués cada familia es única. Haciendo viva cada día la cita de Jordi Sabater Pi: ​​»Quien observa, conoce; quien conoce, ama; quien ama, protege».

 

Ofreciendo los refuerzos, actividades adecuadas para cada caso, compartiendo nuestro mágico espacio y los libros, explicando las normas de uso con paciencia y afectuosamente; hay mucha confusión en el uso de los espacios públicos, es necesario que las familias sepan qué esperamos de ellas, que entiendan qué quiere decir: ni mío ni tuyo, sino de todos.

 

Y ésta es nuestra relación con la familia, no es una relación impuesta sino que, como todo lo que nace en nuestra biblioteca, es fruto del amor, de la convivencia, la ilusión y la fantasía.

Y es que con estos ingredientes no es de extrañar que todos seamos como de la misma familia. ¿Cuál? La de los osos que viven en la biblioteca, la de los niños, la tuya, tanto da.

Lo que importa y nos ayuda a conseguir que nuestro trabajo dé el fruto deseado es llegar a pertenecer a la misma familia lectora que, gracias a esta complicidad entre familias y bibliotecas, puede convertirse en tan grande y diversa como el mundo.

La familia y la biblioteca (o al revés)

Escardó i Bas, Mercè.

A: CRECER EN FAMILIA Núm. 16 Novembre-desembre 2011

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