«Un Puente de Vida» PEONZA Núm. 101 ( julio 2012 )

 

Describir el camino que he recorrido durante muchos años, 29 y casi medio,  no me va a ser tarea fácil.  

 

Al volver la vista atrás no sé si podré ir deshaciendo paso a paso ese trayecto, los zapatos alados del corazón con su memoria selectiva,  evitaran baches y lodazales y  correré el riesgo de mezclar sueños con verdades y  más aún cuando, ese llamémosle trabajo, ha transcurrido coherentemente en la tenue línea que separa la realidad de la fantasía y ha estado siempre más lleno de pasión, de intuición, de ingenuidad y de mucha curiosidad, más que de  conocimientos.

 

Y aun me lo hace más difícil, cuando no ha sido un camino solitario, lo he hecho acompañada de muchos, muchísimos niños, de los que ahora algunos son adultos, muchos jóvenes y muchos continúan aún siendo bebés y niños. Con ellos  nos hemos hecho mayores al unísono, por dentro y por fuera, somos conscientes de ello y lo agradecemos.

 

Y eso por nombrar solo  a los que hemos caminado por esos senderos abiertos llenos de cuentos y libros que parten de la pequeña y a la vez inmensa biblioteca que es mía, vuestra, de todos pero especialmente y mágicamente de los niños y para los niños y no solo los que así  están incluidos hasta los 14 años,  sino de aquellos con más años que cuidan de su niño interior, que  no tiene miedo a mostrarlo,   de los que nadie diría que lo son  y a los que  afectuosamente identificamos como «nens crescuts».

 

Suerte que en ese deshacer el camino aparecerán de repente ese Follet que vivía i vive aun en Can Butjosa, la Bestia que contagia las ganas de leer, los osos que algunos ya conocéis y a los que aún no, os invito a seguir  sus aventuras  a través de artículos, de la Web, hasta del Facebook, me asombra como logran conectarse.

 

Cuando ahora miro el equipaje con el que llegué a este lugar de cuento,  un equipaje que gracias a ese trabajo considero indispensable para alguien que como yo quiera ser bibliotecaria de niños, reconozco que no iba mal preparada.

 

Esa mochila bien cargada no se la debía a mis estudios de biblioteconomía, aunque tuve la suerte de estudiar la carrera cuando el título era de bibliotecaria, y no como ahora que uno ha de explorar en los contenidos de las asignaturas para  encontrar la  palabra biblioteca y más aún pública. No, esa mochila cargada se la debo especialmente a mi madre que me cantó y me contó, me presentó a príncipes sapos y  a mujeres que se casaban con osos y a personajes como Babar, entre otros; a mi escuelita en la  que vivíamos los cuentos, como podría ser de otra manera  si su nombre ESCUELA ANDERSEN prometía de entrada ese encuentro mágico con este autor, y a mi abuelo que poseía una gran biblioteca en la que yo me perdía leyendo, explorando sus estanterías, bien y variadamente surtidas, a la  menor posibilidad que encontraba.

 

Gracias a todos llegué a tener un equipaje de Literatura Universal y a ser una gran lectora, eso me salvó cuando llegué, gracias a la ayuda de un Hada, a Can Butjosa, una biblioteca que ya nació, inexplicablemente, con esa especialidad, la de estar destinada a un publico infantil i juvenil,  genero de bibliotecas  en peligro de extinción, ya que si en aquel entonces éramos 8 las bibliotecas especializadas en Cataluña  ahora solo quedamos  4.

 

Cuando publiqué mi libro hubo una critica que aún recuerdo que decía algo  así como que yo había realizado mi sueño como bibliotecaria y siempre me quedé con las ganas de poderle contar, a quien tan amablemente me dedicó su escrito, que nunca jamás había soñado que una biblioteca pudiera llegar a ser lo que es Can Butjosa.

 

Me gustaría agradecerle que me regalara esa idea, que ahora en mis cursos hago practicar a los que supuestamente se apuntan como mis alumnos; antes de empezar, antes de escuchar, han de escribir como es la biblioteca de sus sueños. Una buena practica, creo ahora que es de dominio público  que los pensamientos construyen la realidad y cuan importante es soñar y visualizar para conseguir.

 

Pero en mi caso no fue así, entonces no tenia ni un sueño por cumplir, ni una meta que alcanzar,  fue un diario descubrir, gozar,  defender a veces , no exento de penas y de soledad que fue poco a poco fue fundamentando lo que ahora compartimos de manera natural y habitual, y que ahora nos permite afirmar que la lectura comienza en la barriga de la madre y poder definir el proceso lector, con esa modesta autoridad que nos otorga la experiencia de tantos niños que nos lo han enseñado, a la vez que nos pedían y piden que los acompañemos «a nuestra manera». 

 

Dándole la  importancia que tiene a  la oralidad, a que los adultos que nos cuidan de pequeños nos regalen las palabras, esas cajitas mágicas a las que nunca acabamos de llenar de significado, a que tengamos buenos libros siempre a mano, llenos de imágenes preciosas y veraces, repletas  de sentimiento iguales que  los de las palabras con los que las que nos los cuentan  y que nos ayudan  a construir nuestro imaginario y a representarnos el mundo dentro de nosotros e reinventar el de fuera.

 

Descubrimos de esa manera que una biblioteca  es educadora no solo porqué en ella se adquieran unos hábitos que nos ayudan a establecer comportamientos que lo son,  ni tampoco porque construyamos puentes para caminar con otros servicios de la comunidad sino sencillamente porqué podemos serlo,  si queremos, cuando priorizamos, cuidamos y tenemos cuidado del proceso lector  y de la lectura, ya que es ella, la lectura la que  es educadora por ella misma.

 

El año 2009, se me concedió el Galardón Marta Mata por hacer evidente la educación fuera de su ámbito formal, fue muy gratificante no solo porqué  Marta Mata me había avalado en la publicación de mi libro, sino sobretodo porqué era una buena manera de hacer evidente y reconocer este don de las bibliotecas: educar, que ya había empezado  a descubrir y compartir   a través de uno de mis primeros  artículos..

 

Durante estos 29 años han cambiado muchas cosas:

 

Irrumpió la tecnología como un Dios al que acatar y a la que hemos conseguido mantener, en nuestro espacio y a pesar de las críticas y  de la incomprensión, como la útil herramienta que es, usada en su justo momento y por  eso aún los niños llegan a la información a través de los catálogos manuales-!Que osadía! !Que desatino! – Dicen muchos.

 

Los niños han dejado de ser libres,  ya no van solos por la calle, no viven en la biblioteca como antes, ahora solo vienen cuando sus padres pueden   acompañarlos, no cuando quieren, sino cuando se puede, o cuando toca.

 

Niños que la mayoría de las veces no hacen los trabajos escolares a mano, no desarrollan su cerebro gracias a los movimientos rítmicos de su muñeca dibujando las letras, haciendo cenefas, recortando y pegando, ahora eso lo hace el ordenador, la Wikipedia  y demasiado a menudo los padres !Las veces que lo vemos en la biblioteca!

 

Niños a los que se les recetan  libros, a los que se  les guía con listados de libros  por edades; colaborando a ello: editoriales,  maestros, críticos literarios, especialistas de literatura, cargados de buena fe,  que se olvidan que cada niño tiene su ritmo y que en la lectura no cuentan las edades físicas sino las edades lectoras.

 

Niños que no tienen vocabulario !Como podrían tenerlo! Casi no se les habla, se les chilla, se les ordena o se les ignora,  la mayoría de las palabras les llegan a través de máquinas, con entonaciones estudiadas, sin transmitir  el afecto que necesitan para hacer pósito en nosotros y que  generan las relaciones entre  personas próximas, padres, abuelos, vecinos…

 

!Claro que hay excepciones!!Y no pocas ! Y esas familias que son diferentes, son las que se nos arriman y buscan y agradecen nuestro cobijo y convierten la biblioteca en su refugio. Ellas saben que educar no es domesticar y que hay un espacio de libertad  salvaje en la infancia que hay que proteger. 

 

Así no es raro que cuando una madre descubre que su pequeño hijo, de menos de 5 años,  lee letra de imprenta, sin haber pasado por las mayúsculas de palo o la letra de caligrafía, nos lo comente entre asombrada y asustada:

 

_ Sabéis, Ferrán lee!!

 

La tranquilizamos y le hacemos ver cómo ella ha colaborado en ese  fenomenal acontecimiento  del que ella  es la principal responsable. Ha seguido con él, cuando era bebé, los Talleres de Jocs de Falda. En la Bebeteca poco a poco, libro a libro,  le ha ido enseñando que todo lo que le rodea está dentro de los libros:  el mismo, su familia, sus juguetes, su mundo. Han escuchado juntos  pacientemente las Horas del Cuento, le ha ayudado a construir su imaginario, gracias a los álbumes bellamente ilustrados, le ha descifrado las hileras de hormigas que son las letras y además  su hija más mayor lee muchísimo y él solo ha querido hacer lo mismo!! Leer!!  Lo vierais haciendo de bibliotecario guardando los libros en su lugar con su chaleco verde y amarillo, los colores con lso que se viste el  «Follet».

 

Todos sabemos que es posible que en la  escuela se aburra , sabe leer y querrá ir a un ritmo que la mayoría no seguirá…  por eso  establecimos hace ya 18 cursos la complicidad con las escuelas para que allí también pueda leer libremente para saber que ha escrito otro y a través del Plan de Lectura, reciba des de la biblioteca, en complicidad con su maestro, la posibilidad de escuchar cuentos y de escuchar como los libros son presentados como amigos , de los que luego hablaremos de lo que nos han dicho y de que manera nos han impresionado o aburrido, o de las emociones que nos han hecho sentir que plasmaremos en un mapa o en un niño lector que esconde libros en la cabeza, en los bolsillos o en el corazón. Y así desde 1º de primaria hasta 2º de ESO.

 

Y continuaremos tentándole, con nuestros más de 32.000 libros, muchos ejemplares casi únicos, de 85 países del mundo, contagiándole a través de nuestras actividades y reforzándolo con nuestros refuerzos, que van apareciendo y desapareciendo todos con sus objetivos por cumplir , y que entretejidos forman nuestro tejido de animación con DO. con muchos colores y texturas que sirve para mecerlo, «agombolarlo», abrigarlo etc.. durante el proceso de descubrir la lectura como la herramienta de crecimiento que es,   ayudándole a construir su itinerario lector.

 

Y eso  es lo que quisimos comunicar con nuestra «Caja Mágica» la película con la que quisimos celebrar nuestros primeros 25 años y el comienzo del que entonces era un esperanzado camino  de continuidad, que lamentablemente ha desaparecido en el espacio sideral ,  que pasaba por la creación de una fundación con la que, desde la alcaldía y desde la biblioteca, se quería proteger el futuro de la biblioteca.

 

En esta película seleccionada en el Festival de Sitges del 2009, se intenta que el espectador se contagie de esa magia transparente y luminosa que impregna nuestro diario hacer y ser. En ella salen «palabras clave» que también salen en este y otros  artículos y constantes guiños a esa Vida compartida que  creemos que nos merecemos que  tenga continuidad.

 

Luminosa porque está llena de energía, de vida, ya que leer es poner en contacto todo aquello que hemos ido guardando en nuestras cajitas mágicas que son las palabras con ese texto que nos regala el escritor, aportando todo lo que abarca  cada una de ellas,  consiguiendo que cada lectura sea diferente, única, ya que pondremos a disposición de este texto nuestros recuerdos, sensaciones, sentimientos y nuestros 7 sentidos, sumando a los 5 físicos, el del corazón y el que corresponde a esos gramos que perdemos cuando morimos, a los que nombramos de muchas maneras y a los que algunos ilusamente pretenden ignorar.

 

Ese es el sentido que más se alimenta con la lectura y sobretodo  con los cuentos, realmente es su territorio natural  y lo hemos descubierto sobretodo cuando  los compartimos con niños que no ven, no oyen o son frágiles física o socialmente, podemos corroborar  después de muchas experiencias que con un solo cuento hemos cambiado una vida muchas veces.

 

Somos una isla de libertad,   incomprendidos  y  amenazados, quizás  precisamente por ser especiales, porque nos atrevemos a ser diferentes y  a cuidar ese puente entre niños y jóvenes, de la manera que Jordi Sabaté Pi citaba en sus escritos como naturalista:  Quien observa conoce, quien conoce ama, quien ama, protege.

 

Por eso todos que los trabajamos en Can Butjosa nos sentimos  co-responsables de esa Vida, que se escribe, así, con mayúsculas  y allí seguimos todos, comprometidos y esperanzados.

 

Las circunstancias sociales y políticas han cambiado pero la humanidad necesita más que nunca ese alimento que nos hace crecer por dentro y que solo nos proporciona la lectura, libremente escogida y felizmente compartida.

 

!Seguiremos! ¿Nos queréis acompañar?

Un puente de vida

Mercè Escardó i Bas

A.  PEONZA n. 101 juliol 2012 p.p. 17-24 – abril 2012

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